Con el fin de dar mayor rapidez a la toma de decisiones y
autonomía a las actividades de las empresas de gran tamaño, superando los
inconvenientes del modelo anterior, se diseña la forma divisional, la cual se
basa en la utilización del principio de la divisionalización, sobre el que
pivotan los restantes principios de uno u otro modo de estructurar la
organización.
Es un modelo bastante complejo y propio de grandes empresas
con un sistema técnico multiproducto y multimercado y en donde la dirección y
el poder de sus miembros representan el aspecto dominante de su funcionamiento.
También suele ser una estructura característica de las empresas
multinacionales. En el epígrafe siguiente serán ampliadas algunas de sus
características.
El problema fundamental reside en el establecimiento de un
criterio para divisionalizar la empresa o para crear las unidades autónomas de
actuación, como si fueran «cuasi-empresas». Los criterios más utilizados son
los siguientes:
- Productos
o líneas de producto.
- Mercados,
bien por áreas geográficas o por tipos de clientes (segmentos).
- Funciones
empresariales y procesos productivos diferenciados.
Lo normal es empezar a divisionalizar partiendo de un
criterio y luego utilizar sucesivamente los otros para establecer nuevas
subdivisiones o áreas orgánicas. Las empresas industriales suelen empezar por
productos, las empresas de servicios por segmentos de mercados o tipos de
clientes y las empresas multinacionales lo suelen hacer por áreas geográficas
de su mercado internacional o global.
Estas divisiones suelen también recibir el nombre de «unidad
estratégica de negocio» y se definen como centros de beneficios, dotadas con
sus recursos específicos y la correspondiente fijación de objetivos, razón por
la que lo normal es que se actúe con una dirección por objetivos. En la figura
12, se recoge un ejemplo resumido de organigrama de una empresa industrial.
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